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Monterrey, capital del estado de Nuevo León, en el norte de México, constituye un área metropolitana formada por ocho municipios conurbados. El explosivo y descontrolado desarrollo urbano de los últimos tiempos, la ha convertido en un área urbana de muy baja densidad, constituida en su mayor parte por lo que allí llaman “fraccionamientos” residenciales (viviendas unifamiliares o pareadas en barrios cerrados) y grandes centros comerciales y de oficinas, alejados de los lugares residenciales.

Dadas las enormes distancias en una ciudad tan zonificada y la escasez y deficiencia del sistema del transporte público (solo hay dos líneas de metro para una población equivalente a la de Madrid) el desplazamiento en coche particular, es el medio de movilidad más utilizado, lo que contribuye a incrementar problemas de congestión, contaminación y accidentes, que repercuten en la calidad de vida de sus habitantes e implican molestias y costes de todo tipo, que termina asumiendo la sociedad en su conjunto.

Es por tanto fundamental, en una metrópoli de estas características, intentar revertir un proceso de desarrollo tan caótico como contraproducente, procurando evitar el desarrollo de la mancha urbana en periferia, a la vez que se incrementa la densidad de las zonas céntricas, próximas a los nodos de transporte público y se recupera el casi desaparecido comercio de proximidad, mejorando la accesibilidad y reduciendo los desplazamientos de sus habitantes

P.E.R.I. del A.U. Arriola-Canal

Perspectiva general de la propuesta
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